Non-Fungible Tokens. Bueno, sí, ¿y luego? Cuando alguna novedad tecnológica llega a un ícono cultural como Thalía, comprenderla ya no es algo que puede quedarse a medias.
Pequeño repaso para neófitos: los NFTs son activos (tokens) digitales que no pueden intercambiarse con otros. En la vida offline, activos no fungibles puden ser obras de arte (no puedes intercambiar una obra de un Picasso por una de Monet, por ejemplo), propiedades inmobiliarias o cualquier objeto de colección.
¿Qué es lo que hace que un NFT sea no fungible? El registro digital que indica que es único en su tipo y que queda establecido en la blockchain: un registro público inmutable, encriptado, descentralizado y en boca de todos últimamente. Esta tecnología permite ver no sólo quién es el dueño de un NFT, sino cada vez que cambia de manos. Es decir, a quién le pertenece un NFT es un dato infalsificable.
La particularidad de los NFTs es que todo en internet potencialmente puede ser uno. No solamente son las piezas de arte digitales, como los famosos changos del Bored Ape Yacht Club. Puede ser también un tweet, como ya hizo Jack Dorsey; una publicación en Instagram, como evidenció Emily Ratajkowski; incluso un sonido emblemático de la Ciudad de México. Todo depende si alguien le encuentra algo de valor.
¿Para qué ser dueño de una foto de Emrata si puedo tomarle una captura de pantalla? Porque ser dueño de un NFT no solamente te hace poseer algo que potencialmente puede llegar a tener mucho valor, sino que esa propiedad te da membresía a ciertos beneficios que no tiene el dueño de un patético screenshot.
La locura por los NFTs se ha catalizado. El sitio OpenSea, uno de los más populares para crear y venderlos, ya alcanzó un volumen mensual de transacciones de $3,500 millones de dólares –exactamente lo mismo que Pemex recibirá del gobierno para reducir su deuda. Desde los herederos de los Beatles hasta periodistas de El Heraldo de México, todos quieren subirse a la ola de los NFTs porque parte de una promesa entendible: hartos del dominancia de las big tech, ahora todos tenemos la oportunidad ser dueños de un pedacito de internet.
Y aunque el mercado de estos activos representa, por ejemplo, una oportunidad para que miles de artistas vivan de sus obras sin que sean plagiadas o demeritadas, también obliga a hacernos una pregunta: ¿hasta dónde nos llevará el apetito de poseer individualmente un cachito de la web? Si todo el acervo en línea potencialmente se puede poseer y vender, ¿se corre el riesgo de que pase de ser la súper carrretera de la información al supermercado de los activos digitales?
Tal vez sea exagerado preguntárselo (y no me juzguen por mis expresiones noventeras). El internet es vastísimo y algunos sugieren que la obsesión por los NFTs es pasajera. Pero la pregunta es oportuna si se les considera como el futuro del internet.
💊 Tecnología
La caja de galletas.
Google reveló otro intento por eliminar las cookies de terceros, esos códigos que rastrean los sitios que visitamos en internet y que permiten a los anunciantes llegar de manera más atinada a su público objetivo. Su nueva propuesta: una API que, durante una semana, destaca cinco intereses de cada usuario dependiendo de lo que visite. El complicado mundo de los anunciantes en línea –un mercado que dominan Google, Facebook y Amazon– y sus retos de privacidad parecen irrelevantes para quienes no trabajamos en e-commerce. Sin embargo, explica por qué a veces recibimos anuncios que tocan fibras sensibles (“No pierdas tiempo: congela tus ovulos a meses sin intereses”). Los cambios de Google podrían hacer que dejemos de verlos, mostrándonos, en cambio, productos irrelevantes que nos quitarán esa sensación de individualidad que tanto nos hemos comprado.
💊 Redes sociales
West Elm Caleb
Una chica comenzó una saga en TikTok gringo al relatar lo mal que le resultó una cita en Bumble. Apodó al susodicho que la ghosteó como “West Elm Caleb” porque trabaja como diseñador para esa compañía de muebles. Ese simple dato resonó en cientos de chavas que habían tenido una experiencia similar, aunque no necesariamente con el Caleb. En conjunto, trataron de identificar su identidad y exponerlo en redes por su comportamiento. Ghostear a alguien está muy mal, pero ¿doxxear por despecho? La sororidad prueba sus límites frente a la privacidad.
Y aquí les dejo un bonito recordatorio de las joyas gratuitas del internet.