Durante las últimas semanas he leído sobre varios periodistas en México cuyos artículos e investigaciones desaparecen de la web porque los sitios donde los publicaron decidieron retirarlos. En algunos casos, se debe a que los medios cerraron sus operaciones, como ocurrió con BuzzFeed México. En otros, a errores espontáneos en los sitios, como ocurrió con el trabajo de varios periodistas para la ONG Mexicanos Contra la Corrupción. En algunos más, pareciera ser una decisión para proteger reputaciones: Forbes México eliminó un artículo sobre las acusaciones de hostigamiento sexual contra un conocido inversionista de capital de riesgo.
Momento de hablar sobre mí: leer sobre estos casos me recordó cuando dejé de ser editora adjunta en Fortune en Español. Comencé a trabajar en esta publicación, cuya licencia tenía Editorial Televisa, en agosto de 2017 y salí en febrero de 2019. Durante este tiempo –una época extraordinaria de crecimiento profesional, que aún añoro –, realicé varios reportajes de portada, incluyendo uno sobre el aún joven ecosistema de blockchain en México y otro acerca del fin del INADEM. Hice entrevistas con directivos y CEOs, como con el entonces director de Uber en México, los fundadores de Rappi y Cornershop, el CEO de Bitso, y la CFO de Walmart México. También edité una docena de publicaciones del magnífico equipo de reporteros, redactores y diseñadores que creamos en la revista.
El dominio del sitio todavía existe, pero ninguno de estos textos están disponibles. Los bajaron por completo, aunque en los meses inmediatos a mi salida primero les quitaron mi nombre. Al solicitar que no lo hicieran, sí obtuve respuesta: era una decisión corporativa y se estaba haciendo lo mismo con todos los sitios del grupo.
Tengo las revistas físicas y los respaldos en PDF, pero sin las ligas que dirijan hacia mi trabajo, termino mostrándolo solo a quienes expresamente lo piden o cuando entro a algún proceso de solicitud de empleo. He trabajado en otros medios y mis textos siguen ahí, pero me resulta frustrante que el material que realicé en Fortune en Español haya desaparecido de la web. Debo decirlo: a veces me resta credibilidad.
Más allá de las afectaciones personales que puede haber tenido esta situación, retirar las publicaciones de Internet me parece un vicio editorial terrible. Entiendo que es una industria poco rentable que, frente a la digitalización de los medios, ha tenido que migrar hacia modelos de monetización digital: anuncios, contenido pagado, paywalls. Muchas veces no funcionan. Los sitios cierran. Los dominios vencen. Pero, ¿qué culpa tiene el lector?
Los reportajes e investigaciones no se publican para beneficiar al autor, sino para informar al público. Sirven de referencia. Forman parte del acervo de información que, supuestamente, hacen del internet la hemeroteca más poderosa que hayamos visto. Cuando se desaparecen, quedan huecos en nuestra historia colectiva. Y, sabiendo que también hay empresas que se dedican a eliminar información comprometedora para ricos y poderosos, el trabajo del periodista de cualquier industria resulta todavía más valioso.
¿Cómo garantizar la permanencia de la información en Internet, a pesar de las decisiones de quienes deciden retirarla? Se ha hablado sobre un repositorio común; una biblioteca en verdad permanente de cualquier tipo de contenido que no sea susceptible al famoso error 404 que aparece cuando un link está roto. También se ha puesto mucha fe en la posibilidad de utilizar la blockchain como recurso para lograrlo, permitiendo también pagos directos a los autores de los textos y no a los sitios donde aparecen. Pero, como dice Richard Gall en este imperdible artículo, aunque estos esfuerzos sin duda sería valiosos, todavía “nadie tiene el interés de asumir la responsabilidad.”
💊 Tecnología
NFT: No Finjas Talento
Ayer salió la noticia de que un matrimonio estadounidense fue detenido por conspirar para lavar fondos provenientes de los $3,600 millones de dólares en Bitcoin que fueron robados de un exchange en 2016. Lo escandaloso no es el lavado en sí, sino quiénes lo perpetraron: Heather Morgan e Ilya Lichtenstein, dos treintañeros que se dedicaban a dar consejos sobre cómo proteger la seguridad de las criptomonedas. Ella, que también rapea (?) incluso escribía sobre el tema en conocidas publicaciones. El caso no es una moraleja para evitar que más gente compre crypto, sino más bien para fijarse en los personajes estrafalarios que rondan el Internet y se relacionan con esta prometedora pero controvertida tecnología. (No quiero ser alarmista, pero el Master Muñoz, el famoso coach de los sacos, está haciendo compras colectivas de NFTs.)
💊 Redes sociales
Joe Rogan, o por qué no han escuchado La Cotorrisa
¿Spotify es una red social? ¿O es un medio de información? ¿O qué demonios? La empresa se ha visto envuelta en un escándalo por decidir mantener el podcast de Joe Rogan en su catálogo. Rogan, quien tiene el podcast más escuchado de Spotify y firmó un contrato de exclusividad por USD$100 millones con esta empresa, ha sido acusado de racismo, sexismo y de esparcir desinformación relacionada con el Covid 19. En respuesta, artistas como Neil Young (a quien, debo confesar, he escuchado de nombre pero no de obra) amenazó con retirar su música de la plataforma a menos de que Spotify bajara el contenido del podcastero. Considerando la extraordinaria popularidad de Rogan, parece que Daniel Ek, el CEO de Spotify, tomó una decisión muy sencilla: al pueblo, lo que pida. Sería interesante que Bad Bunny amenazara con hacer lo mismo a cambio de que Spotify bajara la infinidad de contenidos en español que hacen lo mismo, o peor, que Rogan.
Hablando sobre Bad Bunny, aquí va mi plan para su concierto en diciembre:
Dani, ¿Cuándo hablamos de Insurtech?